Si hay niños, hay carbohidratos, fritos y carnes. Como si no fuera lo que nos gusta a todos, pero sólo hubiéramos podido comprender que los adultos somos los que no debemos comer de esa manera.
Hace dos años, la cadena Silver Diner modificó su menú para ofrecer opciones más saludables en el menú infantil, y resultó que los chicos sí comen eso. El cambio se dio de tres maneras: se ofrecieron más opciones que alcanzaran los estándares de nutrición del Programa Niños Saludables de la Asociación Nacional de Restaurantes (59% versus un anterior 22%), la guarnición incluida automáticamente pasó a ser ensalada o fruta, y se quitaron las gaseosas y las papas fritas de la carta (se las servía sin cargo extra, pero debían ser pedidas especialmente).
Luego se analizaron los pedidos de 350.000 niños y se obtuvieron los siguientes resultados:
– Alrededor de la mitad de los niños pidió entradas más sanas (46% versus el 22% que las pedía antes de las modificaciones).
– Los menúes infantiles que incluían las guarniciones saludables creció del 26% al 70%.
Además, la cadena, que es un restaurante familiar, continuó creciendo. Los efectos del cambio de menú no sólo no bajaron las ventas sino que, proporcionalmente, Silver Diner aumentó su rentabilidad incluso más que los negocios líderes.
La cantidad de veces que los niños comen fuera de sus casas podría tener gran influencia sobre el consumo excesivo de calorías y la obesidad infantil. Sin embargo, este estudio demuestra que, igual que nosotros, los chicos comen mal porque es más fácil. Cuando las opciones más sanas son más accesibles, ya sea porque se las ve primero o porque están incluidas en las promociones, los niños las comen. Y por otro lado, cabe recordar que los responsables de su alimentación somos nosotros.
Por : Sustendador
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